lunes, 10 de agosto de 2009

Filosofía y Política: esquivos, complementarios o parte de lo mismo?

(Exposición vislumbrada en el cuarto encuentro del Seminario de Filosofía e Historia)

Yo fui contando detalladamente cómo comenzaron en mi las asociaciones mentales pertinentes al problema que se manifiesta en el título: fue una sensación muy gratificante, porque quedó en evidencia qué es realmente filosofar: partir de grandes inquietudes propias y no hacer como des-hace el sistema académico tradicional de los Estados “liberados” al patrón de la creación de las necesidades establecidas que ya nos dan “a priori” aquello que debe ser consumido por la lectura. No, hice todo lo contrario (porque vengo haciendo la mía, vengo cuidándome a mi mismo hace un tiempo interesante ya): esperé hasta tener 27 años –hoy cuento con unos 30- para que apareciera naturalmente en mi, sin forzar nada, la inquietud genuina, insalvable, inesquiva acerca de aquél Principio que me permita algún día, si participo de un proyecto excelente, no caer –como casi todos caen- en la lógica de la corrupción.
En el encuentro de ayer sábado expuse mejor, amparado en una producción textual, parte fundante de mi Teoría de los Modos Del Pensamiento Filosófico, y es una lástima que gran parte de la sociedad civil, a la que me digné en persona a invitar, no haya asistido ni siquiera con un representante (como en el caso de un importante sindicato ligado directamente a la educación: ¿qué pasa “docentes” que no pueden hacer docencia fuera del aula, que no pueden encarnar el conocimiento y su compromiso social intrínseco?) Así estamos… y se ve que en todos los ámbitos es igual. Una lástima, porque uno sigue creciendo y compartiendo este crecimiento con los más cercanos (que a esta altura ya son varios de los que vienen siguiendo responsablemente esta propuesta) mientras que al par uno se va alejando cada vez más de aquéllos que, en un primer momento, ingresaban dentro de una simpatía posible, y comienza a verlos como monstruos alienados sin voluntad (porque la voluntad demanda el impulso de la más preservada integridad, no la exterioridad más radical de la concepción de objeto, de cosa, de sindicato sin diálogo ni movimiento ni circulación interna -¿se ve, se nota cómo uno sin querer se va alejando más?-). La falta de ilusión me obliga a formarme esta opinión.
Bueno, aún restan dos encuentros prefijados más, y no quiero luego tener que atragantarme con mis palabras; así que voy a suspender mi enojo razonable hasta tanto me vuelvan a fallar, me vuelvan a dar su palabra de sinceridad y apoyo y luego… nada… la más absoluta nimiedad identificada con un gesto deshonesto.
Por lo demás, contento estoy de haber compartido el espacio de trabajo con mi amigo Guido Iglesias, el cual, desde su perspectiva de trabajador social, nos brindó la frescura de una experiencia reflexiva mechando teoría con su vivencia profesional, algo que le dio al seminario por primera vez el marco de la interdisciplinariedad y el tratamiento en conjunto de las preguntas y comentarios que, en la hora final, los asistentes se dignaron a formular, y nosotros a pensar y decir.

E. G.

Iglesias y Galliussi (respuestas conjuntas)

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4º Encuentro

domingo, 9 de agosto de 2009

Seminario de Filosofía e Historia: 4º encuentro




Filosofía, Historia y Política: Ser, formar parte y tomar posición

(Exposición vislumbrada en el cuarto encuentro - 08 de agosto de 2009)

Luego de recibir la invitación de Erwin Galliussi (coordinador del seminario de filosofía e historia que lleva adelante con un no menor esfuerzo) sentí que debía acercarme a la gente, al público desde conceptos centrales que otorgan sentido a las ciencias sociales; entre ellas el Trabajo Social, disciplina que dentro del campo de poder de las ciencias sociales y del saber en general trata de construir un avisón crítica de la sociedad, de lo que se entiende por Sociedad.
Entonces uno trata de comprender y explicar conceptos centrales como Cultura, poder, “lo neutral valorativo”, conceptos construidos a partir de experiencias personales y colectivas, desde la experiencia y la reflexión.
El desarrollo de las ideas de filósofos, intelectuales, dirigentes y cientistas como Maquiavelo, Marx, Habermas, Castoriadis y Luhmann fueron contrastadas con la realidad inmediata del sufrimiento social que vive nuestra sociedad actual.
Pero más allá de la teoría desarrollada intenté acercarles y con ello aproximarnos a la Reflexión de problemáticas sociales cercanas y “locales” desde una perspectiva filosófica e histórica que considere el dialogo entre épocas.
Las discusiones que se suscitaron luego rondaron dos ejes muy importantes que rigen nuestra sociedad: los factores de uso múltiple como el dinero y el conocimiento. Si se quiere: bienes que pueden acumularse y disponerse por los sujetos para lograr algún tipo de deseo personal o colectivo. Nos dirigimos desde ese punto hacia la crítica de los valores y principios que rigen la cultura, las distinciones morales y las practicas sociales. ¿Se puede hoy generar un mecanismo que garantice la efectividad de un sistema de valores compartido universalmente? ¿Como es posible? ¿Es posible? Los límites de la razón y la reflexión nos hicieron detener en el análisis de una institución fundamental para la generación del conocimiento (allí donde se refugian los intelectuales para poder transformar algo de este mundo): la universidad.
El compromiso político de los intelectuales debe dirigirse a detectar los puntos donde el poder deja aberturas (esa abertura que para los griegos de la Antigüedad era una forma de nombrar al Caos). Sin duda alguna el intelectual no debe limitarse a decir que es lo que se debe hacer sino también a tomar posición en cada manifestación de Orden establecido; hacer cuerpo de aquello que lo sojuzga a él o su prójimo, lo que sometió a sus antepasados como así también lo que puede llegar a oprimir a las futuras generaciones. Hoy nos enfrentamos a grandes y pequeños desafíos, el camino no se termina, se rehace constantemente, los procesos duelen pero también propician el placer y la felicidad. Ha sido un gusto incomparable poder compartir estos momentos y gentes tan hermosas como la ciudad de La Paz.

Guido J. C. Iglesias

sábado, 8 de agosto de 2009

“Lo hermoso y lo horrible” se conjugan en la Filosofía

El Centro de Estudios Históricos Arturo Jauretche lleva adelante en La Paz un Seminario de Filosofía e Historia coordinado por Erwin Galliussi. “El filosofar es paradójico en sí mismo: se descubre lo más hermoso… pero emana lo más horrible de las aproximaciones a la verdad”, afirma Galliussi en una entrevista que trascribimos a continuación.
¿Cuáles son las principales ideas que sustentan este Seminario?
Bueno, yo creo que en primer lugar la idea subyacente a estos encuentros es la de Dignidad, el eje intrínseco por donde pasan mis ganas de hacer algo, es decir, no simplemente como una noción perteneciente a la ética moderna (o la ética en general), no tratada o trabajada temáticamente, abiertamente, sino supuesta, tenida por supuesta en todas las cosas que digo y que pienso, que trato de decir y de pensar.
Luego, si se me pregunta analíticamente cuáles son las principales ideas-base que yo voy desarrollando, deberé decir que la espiritualidad del hombre y las sociedades prehistóricas han calado hondo en mí, sobre todo porque demuestran que el proceso evolutivo y de maduración intelectual se ha detenido o sofrenado dramáticamente, y que debido a ello se hace indispensable acompañar al impresionante avance de la ciencia y la técnica con el redescubrimiento de las nociones y especulaciones primigenias, ya que, según entiendo, ambas se complementan. Y el ejemplo básico lo hallamos en la inconsciencia ambiental y humana que se produjo (y se sigue produciendo) con la aparición de lo industriable; ¡claro!, decimos “revolución” industrial o científica, sin considerar que la misma debería haber sido parte de un proceso genealógico, de un desenvolvimiento progresivo de la unidad de la consciencia. Lo que no sucedió pero a lo que estamos llamados a reintegrar o recomponer.
¿Con qué panorama se encuentra el participante de este ciclo?
No podría responderte a eso si yo creyera que son simples espectadores, o jueces, pero como muy bien decís la idea es que todos los asistentes, dentro de ciertos cánones y pautas establecidas, aprenden a participar, esto es, aprendan a pensar, puedan pensar, es decir, puedan, según su voluntad, romper ciertos esquemas mentales que nos sujetan a una misma o única “realidad” que, al par, parece que siempre se nos escapa. Pero, respondiendo específicamente, el panorama es desolador: la explicación está dada en lo que dije antes: el deseo de dignificar el conocimiento de lo acontecido provoca que se vean y muestren ciertas cosas que no estábamos habituados a considerar. El filosofar es paradójico en sí mismo: se descubre lo más hermoso… pero emana lo más horrible de las aproximaciones a la verdad.
¿Por qué alguien tendría que participar de este curso de Filosofía?
Porque contribuye a formarnos como ciudadanos con derechos universales. Si no existieran estas propuestas no me cabe la más mínima duda que dentro de un par de años, ante la debilidad y malformación del sistema educativo oficial, la indigencia cultural sería tan pero tan grande que hasta la noción de individuo (y no ya la de ciudadano) perdería peso y legitimidad social hasta mutar hacia un neoesclavismo existencialista carente de perspectiva hogareña, no ya comunitaria ni local ni nacional ni universal, ¿se entiende?
¿Qué me podés decir del libro “La desaparición de los Dioses”, de Sergio Bergallo, que se presentará en el mes de octubre en La Paz?
Es un libro sorprendente, sorprendente no tanto por su contenido filosófico en sí (como sí lo ha sido su “Fragmentos De Ciencia Mágica”) sino por su contenido histórico: de verdad sorprenden todos los edictos y todas las formas mentales del aparato de desmonte y aniquilación de la espiritualidad politeísta. Creo que hay que leerlo como crítica a todas las formas del fascismo en general, y no tanto enroscarse en los crímenes y castigos de la autoridad eclesiástica, ya que el tiempo ha pasado y la convulsión y la vergüenza han hecho mella hacia el interior del pontificado cuando las sucesivas generaciones fueron enterándose de esto que ahora, gracias a un ciudadano común, amigo de la historia y del pensamiento, está saliendo a la luz para todos. ¡Y es que todos tenemos derecho a enterarnos y saber!, porque todos votamos, y por ende todos torcemos el rumbo, y también todos vamos siendo cada vez más responsables de lo que nos sale mal.
Espero que no seamos infames y comprendamos esto.
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